miércoles, 25 de noviembre de 2009

10 preguntas a Moisés Naím sobre un problema que nos preocupa a todos

Revista Cambio

CAMBIO: Su libro 'Ilícito' causó una profunda impresión por demostrar que el crimen transnacional tiene muchos tentáculos. ¿Es tan grave la situación?

MOISÉS NAIM: Sí, sí lo es. De hecho hoy en día el tráfico global ilícito afecta a una proporción mayor de la humanidad que el terrorismo islámico. Hay más vidas tocadas directamente por la venta de drogas, armas, productos falsificados, o el contrabando mundial de personas, que por el terrorismo. Cerca de 8% de la economía china está vinculada con la producción de artículos falsificados, por no mencionar los millones de vendedores ambulantes que se ganan la vida en las calles del mundo vendiéndolos. Lo mismo se puede decir del tráfico de drogas o de armas. La diferencia está en que el terrorismo se encuentra en los titulares a diario y el comercio ilegal globalizado, multimillonario y súper politizado, no.

¿Cuál es la actividad ilegal que mueve más dinero?

Hay conexiones entre los distintos mercados ilegales del mundo que hacen difícil diferenciar a estos distintos tipos de negocio en términos de facturación. No hay duda de que el comercio de narcóticos es financieramente enorme así como el de productos copiados. Hay unos mercados ilegales nuevos que están creciendo a enorme velocidad como el tráfico de órganos humanos para transplantes.

¿Qué cifras tiene?

En el libro hay estimaciones de todos los mercados y nadie duda que estas son cada vez mayores, que los mercados ilegales crecen más rápido que los legales y que a pesar de los esfuerzos de los Gobiernos ningún país ha logrado contener su rápido crecimiento. Pero para dar un ejemplo, el lavado de dinero se ha multiplicado al menos por 10 desde 1990 y hoy representa, según cálculos del FMI, entre 1 billón y 1,5 billones de dólares anuales, equivalente al 15% del valor del comercio mundial.

Menciona usted a Colombia en repetidas ocasiones...

Sí. Los traficantes colombianos fueron pioneros en descubrir las nuevas posibilidades que la globalización abría para su negocio. Fueron los empresarios criminales más visionarios e innovadores en estos mercados. Desgraciadamente, también muy sangrientos y su politización -que también fue muy temprana- ha causado enormes daños al país.

No obstante, este país es descrito como de instituciones fuertes...

Así es. Y son estas instituciones y el liderazgo que con frecuencia florece en Colombia lo que explica que hoy en día Bogota se haya transformado tan positivamente como ha ocurrido. En teoría la situación de Colombia debido a la droga, a la guerrilla y al crimen debería producir un país muy dañado. Pero en la práctica no es así. Creo que a pesar de sus enormes problemas hoy Colombia es un ejemplo para el mundo en muchos sentidos. Ciertamente lo es para América Latina.

¿Cómo ve, por cierto, al resto de América Latina?

Es una región cuyas principales exportaciones son de productos ilegales -especialmente drogas- y en la cual la principal fuente de capital externo son las remesas que los ciudadanos expatriados envían a sus familias. Estos emigrantes con frecuencia son ilegales y los canales que usan para envíos de dinero también lo son. Los pobres de América Latina mandan más dinero a la región que todas las multinacionales del mundo.

¿Pueden hacer algo los Gobiernos frente a lo ilícito?

Sí, mucho. En parte, se trata de hacer cosas nuevas y, en parte, de hacerlas de otra manera.

¿Cuáles son esos métodos nuevos?

Lo bueno es que ya se cuenta con la ayuda de nuevas y potentes tecnologías, pero esto no basta. Son precisos usuarios competentes de esas nuevas herramientas, y eso significa mejorar la eficacia de los Gobiernos en ese ámbito.

¿Y qué propone?

Varias cosas. Primero, desfragmentar los Gobiernos y, segundo, desahogarlos. Está claro que hay que despenalizar algunas de esas actividades ilícitas; que, en vez de prohibición, necesitamos reglamentación. No estoy sugiriendo que se legalice el tráfico de niños o de alguna otra cosa horrible. Pero estoy convencido de que los Gobiernos pueden rendir mejor servicio a la sociedad si eliminan la prohibición de la marihuana o buscan formas más realistas de tratar a los trabajadores extranjeros.

¿Pueden hacer algo las personas corrientes?

Por cada criminal que vende, hay un ciudadano que compra. La gente tiene que enterarse de que estas cosas afectan a su propia familia, a su comunidad y a su ciudad.

¿Quién es?

Nacimiento: Caracas, Venezuela.

Residencia actual: Washington, D.C., Estados Unidos.

Estudios: Máster y Doctor del Massachussetts Institute of Technology, MIT, en los Estados Unidos.

Cargos: Ministro de Comercio e Industria de Venezuela, Director Ejecutivo del Banco Mundial, Director de la revista Foreign Policy en Washington.

Columnista de: The Financial Times, El País, Newsweek, TIME, Corriere della Sera, Le Monde, Berliner Zeitung.

Autor de: ocho libros, siendo el más reciente "Ilícito", un best seller mundial


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Pensamiento complicado de un tal John Allen Paulos

"La inevitabilidad de muchos conflictos sociales se deriva, entre otras cosas, del hecho de que dos de nuestros ideales políticos más básicos, la libertad y la igualdad, son incompatibles en su forma más pura".

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