viernes, 30 de enero de 2009

Barack Hussein Obama, su Blackberry y el 'Compre Americano'

A través de su Blackberry, el Presidente Obama defiende la idea del proteccionismo.

Sin apoyo de la oposición, sin garantías de impacto a corto plazo y con toda clase de promesas de difícil justificación entre sus más de seiscientas páginas, el plan de reactivación económica propuesto para la mayor economía del mundo está planteando a la Administración de Obama una significativa polémica: proteccionismo contra libre comercio. Es un dilema con grave problema laboral de fondo en el que el nuevo gobierno de Estados Unidos parece tener grandes reparos sobre el actual «statu quo» comercial, especialmente en lo referente a China.
La versión del plan de estímulo económico aprobada por la Cámara de Representantes, sin un solo voto de la minoría republicana, contiene un presupuesto de 819.000 millones de dólares a repartir entre incentivos fiscales y grandes inversiones públicas, pero con la obligación de que los proyectos de infraestructura subvencionados utilicen hierro y acero producidos en EEUU.
«Buy American»
La misma ley que el Senado tramitará la semana que viene, con una factura que se aproxima a los 900.000 millones de dólares, va mucho más allá en estos requisitos proteccionistas conocidos como «Buy American» (comprar americano), al exigir que todos los proyectos financiados con el plan de estímulo utilicen materiales y equipamientos producidos en EE.UU. Es una idea resucitada de las intervenciones gubernamentales durante la Gran Depresión y los años ochenta.
Para los defensores del «Buy American», en cuyas filas se encuentran los sindicatos y las patronales con mayores perspectivas de beneficio, estos requisitos proteccionistas son la única forma de garantizar que el plan de estímulo genere puestos de trabajo dentro de Estados Unidos. De hecho, en defensa de su plan de estímulo, la Administración de Obama ha destacado el objetivo de crear o salvar entre 3 y 4 millones de puestos de trabajo.
Los opositores a mezclar las necesidades de estímulo económico con medidas de proteccionismo, voces críticas que incluyen a grandes multinacionales de Estados Unidos como General Electric o Caterpillar, insisten en que la insistencia en «Buy American» constituye en estos momentos el equivalente a una declaración de guerra contra el libre comercio.
Aunque la Casa Blanca todavía no se ha pronunciado públicamente sobre esta polémica, no faltan indicaciones sobre graves repercusiones internacionales, ya que Estados Unidos, por ejemplo, se ha comprometido en el marco de la Organización Mundial del Comercio a expandir la competencia de empresas extranjeras en sus licitaciones públicas, además de las aspiraciones de compañías americanas para hacerse con una parte de los paquetes de estímulo que otros países están formulando como respuesta a la crisis compartida.
Según los argumentos expuestos en el «Washington Post» por Bill Lane, alto cargo de Caterpillar (empresa especializada en maquinaria de construcción que vende la mitad de sus productos en el extranjero), «cualquier estudioso de la historia puede confirmar que uno de los errores más significativos de los años treinta fue cuando Estados Unidos se arrojó en los brazos del proteccionismo, con un efecto en cascada que casi paralizó el comercio internacional y convirtió una recesión de un año en la Gran Depresión».
Gastos sociales
Entre aspiraciones de lograr algún voto de la oposición republicana en el Senado, el plan económico de Obama, en la versión de la Cámara Baja, incluye destacadas partidas sociales como 71.500 millones de dólares para extender subsidios de desempleo, 153.200 millones de dólares para gastos sanitarios y casi 159.000 millones de dólares para educación.
En Davos, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, sostuvo: «En esta época de crisis económica, sé que habrá una tendencia a refugiarse en el nacionalismo y en el proteccionismo así como en otros «ismos» que promueven los limitados intereses propios frente a los objetivos globales». Ban dijo que seguir esta práctica sería un error para los objetivos de desarrollo global y para los propios intereses.
Dentro de esa sensibilidad social, el presidente Obama rubricó ayer su primera ley, dedicada a exigir igualdad salarial entre hombres y mujeres al facilitar la presentación de querellas en antiguos casos de discriminación.


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Pensamiento complicado de un tal John Allen Paulos

"La inevitabilidad de muchos conflictos sociales se deriva, entre otras cosas, del hecho de que dos de nuestros ideales políticos más básicos, la libertad y la igualdad, son incompatibles en su forma más pura".

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